Mafia Salud S.A., capítulo 7: Se estrecha el círculo
MAFIA SALUD S.A.
Francisco Sánchez García
Todos los personajes, las situaciones y los hechos que se relatan a continuación son producto de la imaginación. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
CAPITULO 7
SE ESTRECHA EL CÍRCULO
Si más no, la Plataforma había alcanzado una notoriedad importante en la comarca y, hasta cierto punto, fuera de ella. Sin quererlo se había convertido en una referencia. Tenía una visibilidad que ya querrían para si algunos partidos políticos en la oposición. Por eso cuando prepararon la campaña de movilizaciones de la primavera no se extrañaron demasiado de la asistencia masiva de miembros de partidos opositores en la comarca. Todos querían hacerse la foto con la Plataforma. Todos querían ser adalides de la sanidad pública. Todos luchaban a brazo partido, codo a codo con la ciudadanía, por uno de los derechos civiles básicos en una sociedad civilizada.
Allí estaban los miembros de solera del PSD comarcal (Partido Socialista en Descomposición), tan necesitados de alguna victoria, aunque fuera pírrica, que estaban dispuestos a volver a ponerse la chaqueta de pana si hacía falta. Acudieron cuatro miembros del PGI (Partido del Guirigay de la Izquierda). Esos cuatro eran todos los afiliados al PGI de la comarca, y como no se pusieron de acuerdo en quién los representaría en las reuniones de la Plataforma decidieron ir todos ellos para poder vigilarse de cerca. También fueron algunos representantes del SPIQ, quienes no sabían de la conexión subterránea con su Secretario. Incluso se presentó el único miembro del PAAA (Partido Aldeanísimo Antimonárquico y Anticapitalista). No faltaba nadie. ¿Nadie? Con la única excepción de Intertrade, seguían faltando todos los sindicatos de la sanidad pública, aquellos que podían haber aportado más conocimiento y caché a los argumentos de la Plataforma.
Aprovechando su popularidad creciente, los miembros fundadores habían decidido lanzar un misil a la línea de flotación de Mafia Salud S.A. No habían conseguido que reabrieran los centros de salud por la noche pero habían despertado la opinión pública y habían conseguido la atención de los medios de comunicación locales y comarcales. Y debían aprovechar ese potencial al máximo. Por ello no dudaron cuando alguien les propuso echar un órdago. Jugárselo al todo o nada. Pedirían que se fuera, o mejor dicho que echaran, a Mafia Salud S.A. mediante una recogida masiva de firmas en la comarca. Y la presentarían al Sindic de Greuges para que mediara ante la Conselleria de Sanitat. Nadie había intentado nada igual en todo el Estado. Era toda una declaración de guerra que nadie, ni siquiera Fallen Devil, se podía esperar.
La asistencia a la reunión fue bien nutrida. Además de los miembros de los partidos políticos de la oposición acudieron revolucionarios nostálgicos de revueltas pre-democráticas, líderes sindicales de sectores totalmente ajenos a la sanidad (ironías de la vida), algún que otro despistado, y los incombustibles aspirantes a yayoflautas. No se podía pedir más. MP1 y MP2 plantearon la estrategia. Una gran campaña de recogida de firmas en la calle. Mesas en los mercadillos. Folletos explicativos. Despliegue informativo. Charlas explicativas en todas las poblaciones de la comarca. No hubo ninguna voz en contra. La sala desbordaba optimismo. El texto peticionario se llevó ya preparado. Se leyó en voz alta y se aprobó por unanimidad con el único cambio de una coma. Dado el carácter cosmopolita de la comarca se traduciría a cinco idiomas, incluido el ‘aldeano’. Se prepararon grupos de trabajo en turnos de mañana y tarde. Se presentaría en una rueda de prensa. Se pidió que el protagonismo lo tuvieran las personas que no tuvieran cargos en ningún partido político, cosa que se aceptó por todos sin discusión. La campaña estaba preparada.
Era un terremoto. Más de lo que la dirección de Mafia Salud estaba preparada para soportar. Por eso su reacción fue agresiva, histérica. Pero apenas podía hacer nada para contrarrestar. Solo una persona de la Plataforma trabajaba en Mafia Salud y esa era nada menos que MP1, el cabeza visible y el único al que podía amenazar, de alguna manera. Por eso MP1 sabía que más pronto o más tarde Fallen Devil intentaría alguna maniobra contra él. Estaba preparado y en cierto modo ansioso por recibir el envite. Ocurrió en la planta noble de Mafia Salud, donde se concentraban todos los cargos directivos de la organización y donde el aire apenas era respirable. Corbatas caras y tacones de aguja dominaban la perspectiva. MP1 había ido por una cuestión laboral. Estaba en medio del amplio pasillo, hablando con una secretaria y con una antigua directiva de la época anterior. Lo vio entrar con el rabillo del ojo por la puerta del fondo y disimuló mientras tensaba ligeramente los músculos. Siguió hablando como si nada. Fallen Devil se dirigió directo hacia él. Como si fuera un astado furioso. Tenía las venas yugulares hinchadas y los labios secos. El pelo acartonado y la mirada fija en MP1. ‘¿Tu sabes lo que estás haciendo? ¿Tú sabes lo que estás haciendo?’ le espetó a escasos 10 cm de su cara casi gritando. Todos los que estaban por el pasillo se giraron, alguien se asomó desde su despacho. MP1 le miró fijamente a los ojos, desafiante, con toda la altanería que fue capaz de reunir en ese momento, como un pequeño quijote preparado para recibir el embiste de las aspas de los molinos de viento, y le contestó tranquilamente. ‘Devil, no creo que sea el momento ni el lugar para discutir eso’. Fallen Devil no contestó. Ese aire despectivo era lo último que se esperaba, y se rompió. Estaba preparado para gritar, para enzarzarse en una discusión barriobajera, o bien para (vana, ridícula esperanza) obtener un gesto, aunque fuera pequeño, de sumisión por parte de MP1. Sin Plan B que llevar a cabo se giró con el peluquín aplastado y se fue dando grandes zancadas. Había hecho el ridículo una vez más, y lo sabía. MP1 respiró aliviado intentando aparentar normalidad ante el pequeño público que asistía anonadado al espectáculo. Toda la amenaza había consistido en un ataque verbal, en una invasión del espacio físico de MP1 sin fundamento; ‘¡ojo con lo que haces!’. De alguna manera el miembro cofundador de la Plataforma se sintió defraudado, había esperado algo con más enjundia, una amenaza concreta. Lo ideal hubiera sido un puñetazo delante de testigos, algo que descalificara totalmente al Mandamás. Pero no tuvo esa suerte. Fallen Devil había sabido controlarse, sabía que se jugaba demasiado, porque MP1 estaba esperando la más mínima excusa para ponerle una denuncia por persecución sindical.
La campaña de recogida de firmas empezó en el mes más florido del año, con un tiempo primaveral de cuento, con el sol reluciente en toda la comarca, desde el mar hasta las montañas azuladas que servían de fondo a los campos de almendros. La brisa marina acariciaba a los activistas y todavía se fundía con el olor a azahar. La comarca rebosaba vida, alegría y optimismo. Los grupos de recogida de firmas empezaron a desplegarse por todos los rincones, explicando lo que hacían a todo aquél que quisiera escucharles. Aprendiendo psicología humana como si de un curso acelerado se tratase. Observando las caras de los viandantes: extrañeza, desconfianza, curiosidad. Aprendiendo a relacionar su forma de vestir con sus actitudes, incluso su idioma con sus actitudes ante las mesas. Tuvieron que explicar que no eran una secta religiosa, ni un grupo esotérico, ni un grupo de veganos exaltados intentando acabar de una vez por todas con el emblema patrio, el jamón serrano, ni tampoco un grupo de extrema derecha pidiendo la expulsión de los inmigrantes, ni un grupo de extrema izquierda pidiendo una imposible, utópica, desquiciante Renta Básica Universal. Sobre todo tuvieron que explicar que no pedían dinero, ni siquiera un mísero donativo. Era mucho más simple que todo eso. Tan solo una simple firma para recuperar un derecho básico. Y contra todo pronóstico había gente que firmaba, (una minoría, cierto) incluso agradecía a los miembros de las mesas su dedicación desinteresada a un bien de todos.
Después del encontronazo con Fallen Devil, MP1 sabía que tenía que seguir tensando la situación para conseguir el punto de ruptura. Y para eso debía atacar en el mismo corazón de la organización. Decidió poner una mesa de recogida de firmas en la misma puerta del hospital. A las 10 en punto de la mañana los cuatro miembros fundadores, más dos aguerridos yayoflautas, se presentaron allí, en el flamante hospital de Mafia Salud para demostrar que no tenían miedo a una multinacional de los servicios sanitarios que contaba con establecimientos en decenas de países y que jamás había sido tan abochornada en público como lo estaba siendo por la Plataforma 4Gats. Abrieron la mesa de playa, colocaron cuidadosamente las hojas de firmas en varios idiomas y se distribuyeron estratégicamente para captar el mayor número de firmantes. No les sorprendió que justamente allí, a la entrada del hospital, la mayoría de la gente se mostrara dispuesta a colaborar. Muchos de ellos les relataban su periplo de sinsabores y penalidades por los vericuetos de Mafia Salud. Algunos pedían consejos sobre cómo hacer valer sus derechos, cómo poder publicar su dramático caso, o incluso cómo poder poner una demanda judicial a la multinacional. Preguntas a las que los miembros de la Plataforma respondían como buenamente podían dentro de su corta experiencia.
Habían apostado entre ellos acerca del tiempo que tardaría en llegar la policía o el guardia de seguridad. Y lo cierto es que tardaron algo más de lo esperado. Al cabo de 40 minutos un par de cargos intermedios se acercaron a MP1, la única cara conocida para ellos, con muy buenas maneras y les dijeron que no podían estar allí ya que no habían pedido autorización y estaban en una propiedad privada. Los miembros de la plataforma casi se ríeron en sus caras. ¿A quién se le hubiera ocurrido semejante estupidez? Le contestaron que en primer lugar no estaban en una propiedad privada ya que se trataba de un hospital público, como bien indicaba el logo de la Barbaritat. Y por otra parte no estaban haciendo ninguna concentración ni nada por el estilo, solo eran seis, y no estaban armando ningún alboroto. Los cargos intermedios se dieron cuenta enseguida de que les habían encargado un buen marrón pero aún así intentaron disuadir a los miembros de la Plataforma de que siguieran allí. Finalmente, y ya disparando su último cartucho, les amenazaron con llamar a seguridad, cosa que hicieron desde allí mismo. La gente que entraba en el hospital se acercaba a ver qué pasaba y seguía firmando para desesperación de los mandos. Cuando llegó el guardia de seguridad la situación no pudo ser más patética. Él mismo reconoció que no tenía autoridad para echarlos de allí ya que no estaban haciendo nada que fuera contra la ley. En vista de lo cual se fueron por donde habían venido, pero un poco más cabreados. MP1 se imaginaba a Fallen Devil abroncando a los pobres mandos por no haber podido cumplir sus órdenes, y revolviéndose en su despacho mientras decidía que hacer.
El siguiente paso era obvio. Y también lo tenían previsto. Así que no se extrañaron cuando al cabo de unos 35 minutos apareció un coche de la policía nacional con dos agentes, quienes se presentaron de forma muy amable y preguntaron qué estaban haciendo. Los miembros de la Plataforma les explicaron que estaban recogiendo firmas para pedir a la Conselleria de Sanitat que echara a Mafia Salud de la comarca, tras lo cual les invitaron a firmar a ellos mismos. Los agentes declinaron la invitación alegando que estaban de servicio, como si les hubieran invitado a un chupito. Pero el buen ambiente ya estaba creado. Llamaron a su superior para comentar que no había ningún altercado, que no estaban interrumpiendo ningún paso, ni molestando a nadie. Y pidieron instrucciones. Tras una larga charla con su superior se dirigieron a los miembros de la Plataforma y les dijeron que sintiéndolo mucho tenían que pedirles un Documento Nacional de Identidad. Nada, pura rutina. Les comunicaron que su superior les había indicado que no los podían obligar a irse, pero que les harían un favor personal a ellos si se fueran. Los miembros de la Plataforma comprobaron que en total habían estado ya casi dos horas recogiendo firmas en la puerta del hospital, habían hecho fotos más que suficientes para la prensa, con y sin los mandos intermedios, con y sin la policía, con y sin gente firmando. El objetivo estaba más que logrado, así que les dijeron a los amables agentes que faltaría más, que lo que hiciera falta por hacerle la vida más agradable a los cuerpos de seguridad del estado que tanto se preocupan por nuestro bienestar. Solo faltó hacerse un selfie de grupo. Recogieron los bártulos y se fueron al bar más cercano a tomarse unas cañas. Al día siguiente los titulares de la prensa local eran más que elocuentes: ‘La Plataforma 4Gats desafía a Mafia Salud S.A. y recoge firmas para su expulsión en la misma puerta de Consultas Externas’. Ante lo cual Mafia Salud envió una nota de prensa al día siguiente comunicando que su hospital era pionero a nivel mundial en el tratamiento de la picadura de garrapata.