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Publicat: Divendres, 8 febrer, 2019

Mafia Salud S.A., capítulo 4: Atención, campo minado

MAFIA SALUD S.A.

Francisco Sánchez García

Todos los personajes, las situaciones y los hechos que se relatan a continuación son producto de la imaginación. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.


Mafia Salud S.A., capítulo 4: Atención, campo minado
CAPITULO 4
ATENCIÓN, CAMPO MINADO

Durante los meses siguientes a la diapositiva y a la Propuesta No de Ley fallida no pasó nada. Aparentemente. La lucha se libró soterradamente en los despachos y en los bares de copas alrededor de la Consellería. Es cierto que Fallen Devil fue visto más de una vez con las carótidas a punto de estallar mientras deambulaba como león enjaulado por la planta noble de Mafia Salud. No es menos cierto que Roller Blade, tras el triunfo inicial presentaba menos brillo en su mirada, y para el observador avezado no pasaba inadvertida su progresiva joroba y su caminar cansino. Ambos personajes, con todo su ego hipertrofiado y sus altos cargos, eran conscientes de que no eran más que peones al servicio de fuerzas mayores. Unas fuerzas que tensaban por dentro al Partido Casposo de Derechas, de puertas afuera monolítico, pero de puertas adentro una amalgama de corrientes e ideologías que abarcaba desde el centro derecha hasta la ultraderecha más xenófoba. Si a ello se añadían las familias políticas y los personalismos, el partido era más difícil de manejar de lo que la mayoría de la gente suponía, y si había algún pegamento que resistiera todas las fuerzas centrípetas, ese era el triunfo. El bendito y a toda costa buscado triunfo electoral, que daba recursos casi infinitos para tapar bocas y llenar bolsillos. Miles de cargos en la administración y en las cada vez más numerosas empresas afines, miles y miles de contratos públicos (el bien más preciado por la exuberancia de sus frutos), prebendas, regalos, puertas giratorias, y un sinfín de bagatelas como para tener a todos contentos.

Y la lucha por el control de la sanidad pública no era una nimiedad. Solo la Conselleria de Sanidad acaparaba casi el 50% de todo el presupuesto de la Barbaritat Valenciana. Una cantidad importante de ese dinero se iba en el pago a los funcionarios públicos, una partida que daba poco margen de maniobra, pero aún así el resto era enorme, y la intención del sector más neoliberal del PCD era ampliar al máximo esa parte del presupuesto que consistía en contratos con empresas. Lo que podía dar más alegrías al partido y a las múltiples bocas que tenía que alimentar. Para ello había que privatizar todo lo privatizable. Y después seguir pensando qué más podía ponerse en manos de la empresa privada. Para eso estaban los imaginativos Think Tanks del partido, inspirados por el Consenso de Washington y el Tea Party.

Fallen Devil era el peón de esa facción en su departamento. Y estaba dispuesto a defender su cuadrícula del tablero con uñas y dientes.

Por otro lado los conservadores del PCD no veían con buenos ojos tanta privatización; lo que ellos consideraban como una ‘revolución’. Y efectivamente lo era, comparado con su forma de actuar de hacía tan solo dos décadas. Pero los neoliberales habían ido acumulando cada vez más poder dentro del partido, y los conservadores no tenían más remedio que ir haciendo concesiones. Y ello a pesar de que, como buenos conservadores, sabían que los experimentos se hacen con gaseosa. Ellos tenían la íntima convicción, casi un instinto, de que aquello, llevado a sus últimas consecuencias, no podía traer nada bueno. Privatización sí, pero poco a poco, y según y cómo.

Roller Blade era el peón conservador. El viejo funcionario amable y tranquilo, a quien no le gustan los sobresaltos.

El encargo de dar la mala noticia se lo dieron a un viejo colega. Un directivo de rango medio de la Conselleria, funcionario como él.

-- Blade, hemos perdido-le dijo. Tienes que marcharte. Los halcones han ganado, una vez más. Yo mismo no duraré mucho aquí. Algún bisoño hijo de papá ocupará mi cargo en breve. No me han dicho nada pero estoy seguro. Me lo dirán de un día para otro. En el fondo ya tengo ganas. A tomar por culo. Me quedan dos años para jubilarme. Me vuelvo a mi plaza y por lo menos estoy tranquilo. No sabes la de mierda que me ha tocado tragar con estos cabrones de Mafia Salud, La Figuera y su puta madre. Sí, claro, aquí en la Conselleria también. Se creen que son los putos amos, y la verdad es que ya lo son. Mandan más que nosotros.

Roller Blade no dijo nada. Desde hacía unas semanas sabía que acabaría así. Una cierta frialdad en las comunicaciones con miembros regios de la Consellería le habían escamado bastante. Recogió sus cosas, hizo una pequeña despedida con su gente y se marchó sin levantar polvo. En su lugar pusieron un mindungui, una persona de mucho menos fuste a quien jamás se le ocurriría echar un órdago al Mandamás como había hecho Roller Blade unos meses atrás. Se acercaba el verano, y con él la horda de turistas que llenaría los bolsillos de Mafia Salud. En unas pocas semanas dos mil turistas, como por arte de magia, habían pasado a engrosar las listas de residentes facturables, y para el final del verano ya eran más de los que había retirado Roller Blade.

Aquel verano soplaba buen viento para Mafia Salud S.A. y todo el equipo directivo, junto con los mandos intermedios y todo aquél que aspiraba a algo en la organización remaban en la misma dirección. Una persona normal hubiera pensado que las cosas no podían ir mejor. Pero Fallen Devil no era una persona normal. Él siempre quería más, no en vano era el Mandamás, y tenía que pensar por todos. Así que tras varios meses con las manos atadas por la batalla con Roller Blade, ahora que la había ganado, se sentía eufórico y con ganas de acción.

El análisis de contingencias le había convencido, más allá de toda duda razonable, de que había un nicho de oportunidad para incrementar notablemente la cuenta de beneficios de Mafia Salud. En el contexto de crisis económica y sistémica en el que estaba, no solo el país, sino toda Europa, y el mundo, los recortes de los servicios públicos avanzaban a todo galope en las áridas tierras peninsulares. De hecho, la sanidad pública de gestión directa era la primera que estaba cerrando servicios, limitando contrataciones de personal, congelando proyectos aprobados. Una de las medidas que se estaban poniendo de moda era cerrar los servicios de urgencias de los centros de salud. Ya lo habían practicado en varias comunidades autónomas y aunque eran impopulares al principio, tras unas cuantas protestas callejeras la gente se cansaba y se iba a su casa, asumiendo que para cualquier urgencia menor tendría que desplazarse 20 ó 30 kilómetros, o si vivía en una ciudad acudir al hospital más cercano y soportar una espera de varias horas, una nimiedad si se mira bien. Así que tras deshacerse de Roller Blade, y con la Plataforma 4Gats languideciendo durante meses, Fallen Devil se dispuso a dar el golpe de gracia a las urgencias de los centros de salud de la comarca.

Se haría en dos fases; en primer lugar los más cercanos al hospital, y tras un par de meses, cuando la población ya hubiera asumido la nueva situación, el resto. Solamente quedarían abiertos por la noche los de las poblaciones costeras. Los grandes centros de salud que reportaban pingües beneficios a base de urgencias proporcionadas por hooligans borrachos, accidentes de tráfico, maltratos domésticos y peleas varias en las fiestas locales que se diseminaban a lo largo y ancho del verano por toda la comarca.

Cuando Fallen Devil presentó el atrevido plan al Comité de Dirección de Mafia Salud varios miembros tuvieron que disimular su sorpresa, incluso su horror, ante lo que se les venía encima. Por supuesto no se trataba de hacer una consulta a los directivos, simplemente les estaba diciendo qué y cómo se iba a hacer. La crítica, incluso la más moderada y constructiva estaba fuera de lugar en la organización.

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