La trampa del balón gástrico: posibles beneficios vs. riesgos potenciales
POR NICO HAROS, DIETISTA NUTRICIONISTA.
En los últimos años, el balón gástrico ha ganado popularidad como una opción no quirúrgica para la pérdida de peso en pacientes con obesidad. Sin embargo, investigaciones recientes y la experiencia clínica señalan que esta intervención puede presentar más riesgos que beneficios, con resultados a menudo decepcionantes y complicaciones inesperadas.
Los modelos fluidos Orbera o los de aire Obalon, están diseñados para ocupar espacio en el estómago, limitando la ingesta de alimentos y retrasando el vaciado gástrico. Esto conduce a una mayor sensación de saciedad con menos cantidad de comida, lo que favorece la pérdida de peso. Aunque la teoría es relativamente sencilla, la práctica tiene implicaciones fisiológicas y emocionales mucho más complejas y por desgracia, pocas veces se alcanzan los resultados esperados.
Eficacia del balón gástrico: ¿Qué muestra la evidencia científica disponible?
En un ensayo clínico liderado por Dana A. Télam, en el que participaron 255 pacientes, aquellos con el balón gástrico lograron una pérdida de peso significativa a los seis meses, con una reducción del 26.5% del exceso de peso en comparación con el 9.7% en el grupo control que solo seguía modificaciones de estilo de vida (Jama, 2020). Sin embargo, a los 12 meses, las diferencias en la pérdida de peso entre ambos grupos se redujeron considerablemente, lo que cuestiona la sostenibilidad a largo plazo de este método.
Estos hallazgos sugieren que, aunque puede haber una pérdida de peso inicial significativa, muchos pacientes lo recuperan en poco tiempo, lo cual convierte al balón gástrico en una solución temporal y con una alta tasa de fracaso.
Complicaciones y efectos adversos
Recuperar el peso, sería el menor de los males. El hallazgo más revelador fue que el 98% de los pacientes experimentaron al menos un efecto adverso relacionado con el dispositivo; habitualmente náuseas, vómitos o dolor abdominal. Además se observó que el 18.8% de los dispositivos tuvieron que ser retirados antes del tiempo previsto debido al rechazo del organismo frente a un cuerpo extraño (Jama, 2020)
El estudio menciona que las complicaciones van desde leves hasta efectos graves que pueden poner en riesgo la vida del paciente. Coincidiendo con este estudio, otra revisión realizada en el 2021 por Igor Braga Ribeiro y su equipo de investigadores, mostró que las complicaciones más comunes incluyen náuseas (33.7%), dolor abdominal (29%), colonización por hongos del balón que provoca halitosis (5,8%) y la retirada temprana del balón debido al rechazo del organismo (7.5%). También menciona el riesgo de pancreatitis en cualquier momento del proceso por presión del balón sobre el páncreas (Ribeiro, 2021). La conclusión es que, aunque la mayoría de los efectos adversos son leves, existen riesgos más graves como úlceras (0,3%), perforaciones gástricas (0.01%), obstrucciones intestinales (0.3%) y, en algunos casos raros, la muerte (0.03%).
Uno de los peligros más notables es la posibilidad de ruptura o hiperinsuflación del balón, lo que puede llevar a la migración del dispositivo y provocar una obstrucción intestinal. Además, las úlceras gástricas, que a menudo se desarrollan debido a la presión constante del balón sobre la mucosa del estómago, también pueden forzar la retirada urgente del dispositivo (Ribeiro, 2021).
Una medida controvertida
Muchas clínicas privadas ofrecen esta intervención como una alternativa menos invasiva, sin ingreso hospitalario y más asequible, pues su precio oscila entre 3.000 y 6.000 euros, frente al de cirugías bariátricas más complejas que rondan los 15.000€. Sin embargo, los estudios rigurosos y sin conflictos de interés sugieren que los riesgos pueden superar a los beneficios, especialmente si se considera que la pérdida de peso a largo plazo no está garantizada y los efectos adversos son la norma.
Como vemos, la evidencia disponible no deja un panorama del todo halagüeño. El estudio liderado por Télam advierte que “la alta incidencia de complicaciones, junto con el riesgo real de mortalidad, obliga a reconsiderar si realmente se trata de una intervención segura y efectiva”. Por su parte, Ribeiro concluye que aunque el balón gástrico sigue siendo una herramienta útil en situaciones específicas, su uso generalizado debería abordarse con la mayor precaución.
Para ir acabando
Aunque en el ámbito médico-estético privado se lleva años comercializando con esta intervención, rara vez estos centros destinan recursos o esfuerzos suficientes a lo que debería ser la base del tratamiento de la obesidad: la educación nutricional, la terapia psicológica y la orientación en el ejercicio físico. A esta situación se suma la paradoja de que, para muchos pacientes, acudir regularmente a la consulta de un nutricionista planificando un adelgazamiento seguro y basado en la adopción de nuevos hábitos, simultáneamente con el tratamiento psicológico y el ejercicio, resulta "poco atractivo", mientras que someterse a una intervención con balón gástrico, se percibe como una solución efectiva y rápida. El problema radica en que este dispositivo por sí solo no enseña a las personas a mejorar sus hábitos alimenticios ni resuelve sus conflictos internos. No es sorprendente entonces, que la mayoría de intervenidos vuelvan a los mismos patrones alimenticios que los llevaron a la obesidad inicial, perpetuando un ciclo de fracaso y frustración.
Por todo ello, aunque el balón gástrico, bajo un seguimiento adecuado y con la prescripción médica correcta, puede formar parte de un tratamiento para la pérdida de peso, es crucial que los pacientes reciban toda la información necesaria para tomar decisiones formadas.
Tanto en el caso de este procedimiento como en el de cualquier cirugía bariátrica mayor, es esencial el trabajo interdisciplinar de los médicos con dietistas-nutricionistas, psicólogos e incluso técnicos de actividad física. La verdadera solución ante un problema multifactorial, como es la obesidad, no reside en intervenciones puntuales o temporales, sino en la adopción de comportamientos saludables y en una comprensión profunda de la nutrición que respalde el éxito del tratamiento y prevenga la recuperación del peso perdido.
NICO HAROS
-Dietista-Nutricionista
-Máster en Nutrigenómica y Epidemiología Nutricional (UNIR)
-Máster profesorado de Secundaria (UCAVILA)
-Técnico de Actividades Físico Deportivas
-Col: CV00471-Dirección consulta: C/ Gonzalo Ortolà 12, Ondara
-Dirección web: www.nicoharos.com
-Mail: nico@nicoharos.com
-RRSS: @nicoharos
-Citas: 620 143 319
Tomando colágeno la piel lucirá tersa y lustrosa (la piel de sus fabricantes, por supuesto)