La regeneración de los medios de comunicación en la Marina Alta
OPINIÓN
JULIO MONFORT
- «Cualquiera puede comprobar que entre el 50% y el 60% de la prensa de la comarca, tanto digital como de papel, procede de las administraciones»
La economía de los medios de comunicación locales y comarcales podría sufrir una alteración en caso de que la limitación de publicidad institucional que prevé el plan gubernamental de regeneración democrática llegué a aprobarse, lo cual está, obviamente, por ver. Cualquiera puede comprobar que entre el 50% y el 60% de la prensa de la Marina Alta, tanto digital como de papel, procede de las administraciones. La privada o empresarial está registrando desde hace años un progresivo descenso, debido en parte a su trasvase a las redes sociales ¡Y eso que aquí contamos con Baleària!
El argumento del Gobierno es la excesiva dependencia que algunos medios pueden establecer respecto a poderes públicos. Cabe suponer sin embargo que cada periódico sabe gestionar a su manera esa dependencia, que puede ser mayor o menor según los casos, y que las audiencias pueden ser capaces de valorarla.
Es posible por otro lado que esa pretendida limitación afecte más a los medios pequeños, los locales y comarcales, que a los grandes. De todas formas, quizás las luces de alarma sean aún prematuras. Tanto la aprobación de ese plan como los detalles concretos están todavía en el aire. Lo que sí parece acertado es que los medios sean transparentes con sus fuentes de financiación, ya que se trata de una información que puede favorecer que las audiencias tengan mejor perspectiva sobre lo que leen.
También parece muy conveniente reducir los comentarios y los artículos anónimos, camuflarse tras un pseudónimo para expresar en algunas ocasiones auténticas absurdeces y contribuir sin argumentos a la confrontación y la crispación. Es que quizás esta comarca en particular arrastra una antigua tradición sobre el uso de pseudónimos. Detrás de ellos podría estar incluso algún que otro periodista.
Pero si hablamos de publicidad en general, y no solo las de los medios, lo cierto es que cada día recibimos cientos de mensajes vayamos donde vayamos, y eso sin contar los de carácter subliminal. Ya sea en la calle, en la carretera, en una entidad bancaria, y en otros muchos lugares, por no hablar de las redes sociales, la publicidad nos invade por doquier. Y parece que a eso no hay ninguna intención de ponerle freno. Decenas y decenas de vallas se concentran en menos de un kilómetro en el acceso a Dénia desde la autopista, llamando la atención de quienes conducen.
En cierta medida es algo compresible. La publicidad es esencial para el consumo, y aquí y ahora lo que más cuenta es que seamos ciudadanos productivos y consumidores. Y lo de intentar reducir las denominadas noticias falsas -concepto por cierto un tanto ambiguo- está desde luego fenomenal. Pero también se podría hacer algo sobre la publicidad engañosa o directamente falsa. Que de esa hay un montón. Te anuncian un coche por 20.000 euros y te acaba costando 30.000.
El mentir e este país es gratuito, no le pasa nada a quien miente, ya sea político, funcionario, periodista o simplemente toca huevos, miente, miente que algo quedará, y así nos va???????