ANÁLISIS

• Hosteleros y empresarios turísticos muestran su preocupación por los daños a la reputación del municipio después de la multitud de medios nacionales que han informado de que su agua no es potable
• Acumular botellas de plástico para poder cocinar no ayuda a una imagen de modelo turístico sostenible. Que el alcalde anuncie una plegaria para ver si llueve tampoco hace bien a la credibilidad de su gabinete para resolver la crisis

Durante este pasado invierno, Teulada Moraira quiso convertirse en todo un referente turístico a nivel nacional. Y por eso hasta desembarcó en Fitur con una famosa y provocadora campaña en la que buscaba atraer visitantes fuera de temporada alta presumiendo del gran clima que registra esta población durante los meses invernales. Ya saben: aquello del Increíble pero cierto : Noviembre 21º.

El ejecutivo que preside el popular Raúl Llobell aseguró que la idea funcionó muy bien. Que gracias a ella se alcanzaron grandes niveles de ocupación en el primer semestre de 2024. En ese balance oficial facilitado a la prensa se incluían incluso comentarios (sic) del sector turístico aseverando su «impacto positivo». También hubo voces críticas, las que aseguraban que en realidad lo que estaba promocionando Teulada era el cambio climático: una de sus consecuencias más funestas es el calor excesivo que registran los inviernos actuales, con sus tremendos trastornos por ejemplo en la agricultura.

Pues bueno ahora otro de los efectos más sombríos de esa situación de emergencia climática, la de la sequía, ha vuelto a colocar a Teulada Moraira en el mapa nacional pero en esta ocasión en pleno verano y no para presumir de nada sino para ponerse a temblar: este municipio se ha convertido en el gran símbolo de la falta de recursos hídricos en las zonas turísticas en todo España.

Así, han sido legión los medios de comunicación nacionales que se han hecho eco de que el agua de Teulada no es apta para el consumo: ni para beber ni para cocinar. Televisiones, periódicos y radios.

En los años futuros

Por eso no es de extrañar que hosteleros y hoteleros, que pertenecen al mismo sector que en su día según el ayuntamiento se mostraba satisfecho con el Increíble pero cierto, hayan expresado ahora a este diario su preocupación y hasta enfado por los daños para la actividad turística de toda esta fama no deseada. Ya no solo para lo que queda de la temporada estival de 2024 sino pensando también en años futuros.

Porque puede que estas restricciones se repitan el próximo año o puede que no y que al fin se hayan ejecutado las obras suficientes para mejorar el abastecimiento. O sencillamente puede que al final llueva. Pero no es bueno para este negocio que la marca de un destino turístico como Teulada Moraira se asocie a la posibilidad de pasar unas vacaciones cargando garrafas de agua en un supermercado porque la que hay en casa no vale ni para cocinar. Y esa es la reputación que se está labrando  este municipio.

El de Teulada, un problema nacional

Hay que tener en cuenta que los visitantes potenciales piden cada vez un modelo turístico más sostenible. Más armonioso con la naturaleza. Y acudir al supermercado bajo el tórrido calor estival a hacer acopio de botellas de plástico no lo es. Todo lo contrario.  Muchos de esos diarios y televisiones nacionales han ilustrado la noticia de que el agua de Teulada Moraira ya no es potable con fotografías de los paisajes idílicos del municipio y su litoral asociados a la palabra sequía y a la palabra garrafa. Será increíble y será cierto. Pero no es bueno.

Esos mismos medios también han incidido en que eso sucede en una población de apenas de 12.000 mil habitantes pero que alcanza los 60.000 en el periodo estival. Tal multiplicación demográfica no acaece solo en la Marina Alta: muchas más poblaciones en Cataluña, Andalucía o Baleares se enfrentan a esa misma ecuación, la de triplicar su población en temporada alta sin tener garantizado el abastecimiento. Es un problema nacional. Y Teulada Moraira se ha convertido en su estandarte.

Mazón, a apagar fuegos

A todo eso se añade la cuestión de cómo se han gestionado los recursos hídricos en esta localidad. Porque a nadie puede haberle pillado por sorpresa esta crisis: ya el año pasado Teulada Moraira tuvo graves problemas de salinidad. La cosa viene de hace tiempo. Sin embargo las obras básicas para ponerle remedio a esta situación siguen sin ejecutarse. Y que el alcalde dijera que había que hacer una plegaria para ver si por fin llovía no ayuda precisamente a la credibilidad de su gabinete a la hora de resolver el problema.

El presidente de la Generalitat, el popular Carlos Mazón, a quien no se le puede negar su rapidez a la hora de oler los problemas, ya ha anunciado que visitará este miércoles Teulada para apagar el fuego. O para intentarlo.

Mientras Compromís, que ya en junio cuando el agua era mala pero todavía potable dio a conocer todas las medidas que aún no se han aplicado, ha forzado un pleno para que Llobell, más allá de las plegarias, dé a conocer qué está haciendo y qué va a hacer para encarar la crisis. Tendrá lugar el próximo 9 de agosto a una hora por cierto un tanto extraña, las 9.30 de la mañana.

En esa sesión el PP deberá pronunciarse sobre si suspende los recibos a los vecinos afectados por esta situación, como también reclama la oposición.