Memoria de Calp. Joaquín García Hernández (1915-1993), el último alcalde franquista: «Los tecnócratas setenta»
JOSÉ LUIS LURI
- Bajo su mandato, el impacto del turismo y de la inversión extranjera en inmuebles inauguró un cambio de época que afectó al sustrato de una sociedad que había permanecido anclada a una mentalidad parroquiana de raíces profundas
«[Sobre Joaquín García] Se trata de un alcalde emprendedor, con mucho gancho en la política y que acomete obras ingentes de modernización. La vida corporativa languidecía, pero la llegada a la Jefatura Local del Movimiento de Joaquín García provocó una convulsión que le despertó […]. La última década de ritmo trepidante no dejó hueco inmaculado. La iniciativa privada acomete grandes gestas para cubrir los huecos que promovían las nuevas circunstancias y necesidades. Entre ellos cabe destacar en los primeros setenta el aburrimiento y deseos de intervención de las nuevas generaciones […]. Los siete años que Joaquín García Hernández se mantiene al frente de la corporación municipal suponen la progresiva puesta fuera de juego de una clase política local, tradicional y segura de su situación heredada, a la cual pasaban desapercibidos los profundos cambios estructurales que se producían en el pueblo y en el resto del país» (Pastor Fluixá, J., 1985).
El tardofranquismo representó la última fase tras la autarquía franquista dentro de un proceso histórico que culminó con la muerte de Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975. Este periodo se considera iniciado en octubre de 1969 con la formación del gobierno «monocolor» que lideró de hecho el almirante Carrero Blanco, principal asesor de Franco. Tres meses antes, el Caudillo había nombrado al príncipe Juan Carlos de Borbón como su «sucesor a título de rey». Esta etapa también se identifica como la crisis final del franquismo, que algunos historiadores sitúan en el Juicio de Burgos de diciembre de 1970.
Esta fase, por lo tanto, transcurre paralela a la trayectoria política de Joaquín García como alcalde de Calp (1969-1976) y diputado provincial de Alicante (1971-1976). García se integró en el sector tecnócrata y aperturista que desarrolló los grandes cambios económicos y sociales experimentados en España durante los últimos años de la Dictadura. La realidad es que este proceso benefactor, amparado en la explotación turística de los recursos naturales del país, se llevó a cabo sin la inversión y participación financiera de la administración central, demasiado ocupada esta en pertrecharse de divisas para cuadrar las deficitarias cuentas de nuestra balanza de pagos. La naturaleza lo puso todo en el milagro turístico español: clima, valores medioambientales y paisaje; y nuestra humilde realidad el resto: tipismo, carácter abierto y singular, precios atractivos y escasa planificación.
El turismo se convirtió en una de las principales fuentes de ingresos para España a partir de la introducción oficial de tímidas infraestructuras generales y campañas de promoción en el mercado europeo. El contacto con turistas extranjeros introdujo nuevas costumbres y estilos de vida que contribuyeron a una cierta modernización y apertura cultural en la sociedad española. Esto también fomentó una mayor demanda interna de productos y servicios de calidad que impulsaron el desarrollo de sectores como la restauración y el comercio. El sector turístico creó numerosas oportunidades de empleo, no solo en hostelería y servicios, sino también en la construcción y en la industria auxiliar.
De Caravaca a Calp
Joaquín García Hernández, último alcalde franquista y principal protagonista de este momento histórico en Calp, nació de forma accidental en Caravaca de la Cruz (Murcia) el 21 de abril de 1915. Su padre, Manuel García, de origen oriolano como su madre, Saturnina, ejercía como maestro nacional en esta población murciana. La epidemia de gripe de 1918-19 acarreó trágicas consecuencias para la familia García. El matrimonio y los dos hermanos de Joaquín, niño y niña, fallecieron durante estos meses, víctimas de la enfermedad. El pequeño quedó huérfano y pasó a ser tutelado por una tía, Salvadora Hernández, sin hijos, que estaba casada con un militar de Alicante, el comandante Antonio Riquelme.
Joaquín García estudió en el colegio de Santo Domingo de Orihuela y continuó su formación en la capital alicantina, dentro del ramo de contabilidad y administración. Años después desempeñaría la función de secretario de la Cofradía de Pescadores de Alicante. Adscrito a las juventudes falangistas, Joaquín pertenecía al reemplazo de 1936 y en agosto de ese año, con el inicio de la guerra, se incorporó al Regimiento n.º 11 de Alicante, como sargento, y más tarde al Regimiento n.º 15, Almansa. Durante el servicio militar hizo amistad con quien sería después su cuñado, el soldado Pedro Vengut Salvá de Calp. Vengut resultó desaparecido en combate durante la guerra, sin que su familia tuviese conocimiento de las circunstancias de su muerte ni de la localización de sus restos.
A través de Pedro Vengut, Joaquín García conoció a su futura esposa, Rosario, que era también hija del marinero calpino Jerónimo Vengut Ferrer, el ti Jeroni Bala. Terminada la guerra, la pareja contrajo matrimonio y se instaló en Calp, aunque tuvo que desplazarse de seguido a Madrid por motivos de salud: los graves problemas renales de Joaquín derivaron en un largo tratamiento y la extirpación de un riñón. Tras este episodio, de nuevo en Calp, la profesión comercial de Joaquín se centró en la explotación de suministros de gasoil a las embarcaciones de la localidad, junto a su suegro, con depósitos instalados en el núcleo de la población y posteriormente en la Venta de la Cañera. Del matrimonio entre Rosario y Joaquín hubo tres hijas: una niña que falleció en edad temprana; María Victoria, que rescató el nombre de la primera, y Charo.
Bien relacionado con los círculos de Falange Española de la capital y en contacto con destacados personajes del momento —José Abad Gonzálvez, Daniel Pérez Jordá, entre otros— Joaquín García mantuvo siempre una estrecha relación con José María Paternina (1905-1994), gobernador civil de Alicante (1944-1949), de quien fue su secretario particular. Este político y militar del Régimen, muy vinculado a Calp durante la posguerra, ejerció años después su padrinazgo para la promoción pública de Joaquín García. En la segunda mitad de los 60 del pasado siglo, Joaquín había inaugurado en Calp la sala de fiestas, cafetería y cine Victoria, en la calle Generalísimo de Calp, pero esta actividad privada daría paso a su labor política que se inició el 26 de febrero de 1969, cuando fue nombrado alcalde de la población.
Además, en las elecciones del día 28 de marzo de 1971, Joaquín García fue elegido diputado provincial por el partido judicial de Callosa d’ En Sarrià y formó a pasar parte de la corporación que presidía el abogado Manuel Monzón Meseguer. Tomó posesión del cargo el 1 de abril de 1971 y quedó integrado en las comisiones provinciales de Economía y Hacienda y de Ayuda familiar como vocal de las mismas. Durante su mandato de cinco años participó en diversas delegaciones, entre otras, sanidad, urbanismo y vivienda, hasta su salida del máximo órgano provincial como diputado el 16 de enero de 1976, bajo la presidencia del alcoyano Jorge Silvestre Andrés. Su retorno al ámbito privado le devolvió al mundo empresarial, en el que Joaquín García desarrolló actividades profesionales de administración en empresas de terceros.
Desarrollismo Express
Durante los años de alcaldía de Joaquín García, Calp experimentó una gran transformación y un notable crecimiento que afectó de forma positiva a sus infraestructuras urbanas y recursos turísticos. El impacto del turismo y de la inversión extranjera en inmuebles inauguró un cambio de época que afectó al sustrato de una sociedad que había permanecido anclada a una mentalidad parroquiana de raíces profundas. En este sentido, Pastor Fluixá escribía sobre los logros materiales de la corporación calpina de estos años:
«Inauguración de un campo de baloncesto y fútbol. Participación de sendos equipos en sus respectivos campeonatos. Concurso de hípica, paso y principio de la Vuelta Ciclista a España en 1971-72, promoción del baloncesto de la mano de Pedro Rodríguez, entrega de banderas a buques de guerra (1971), visita de militares y folklóricas. Festivales de España los años 1970-71. Inauguración del nuevo edificio del Ayuntamiento y del Paseo Marítimo, viajes falangistas a la plaza de Oriente, Valle de los Caídos, monumento a los Caídos de la Vega Baja, premio al embellecimiento y ornato de los pueblos, hermanamiento con Masnou y mil hechos y hazañas históricos como la venida de los ministros, visitas al Caudillo, actos recientes y que, sin embargo, suenan a semi olvidados».
El fulgurante proceso de modernización encontró su epítome en la redacción del Plan General de Ordenación Urbana de 1973. La filosofía desarrollista de este se amparaba en un principio fundamental: el escaso valor agrícola del territorio debía dar paso a su integral destino edificatorio por ser objeto de interés turístico, por lo que grandes extensiones del término recibieron la calificación de Suelo Rústico de Interés Turístico, con una parcela para edificar de 2.000 m2 sin planeamiento previo, y de 800 m2 tras la aprobación del pertinente plan parcial. Antes de la aprobación de este Plan General solo existían dos planes parciales aprobados; el resto, hasta veinte, eran parcelaciones rústicas a legalizar. Esta situación quedó empeorada por el propio PGOU, que permitía las edificaciones, sin desarrollo de plan parcial, en sectores que no excedieran las cinco hectáreas, superficie no tan fácil de agrupar dado el pequeño tamaño de los predios rústicos calpinos. En estos años se acometieron los viales y avenidas de Calp al puerto, planes parciales 1 y 2, de fachada marítima, y urbanizaciones en extenso como Maryvilla, Ortenbach, La Canuta, Carrió o La Manzanera.
Viejas costumbres que desaparecen
Con este epígrafe, el Diario Información ofrecía en agosto de 1975 un especial sobre las festividades de Calp de aquel verano. En el cuadernillo, el periódico destacaba las inversiones realizadas en este municipio: el más de medio centenar de millones de pesetas destinado al paseo marítimo, o los catorce de la edificación del nuevo templo, en el corazón de la población: «Puede que Calp supere en el estío las 60.000 almas y solo cabe un centenar de fieles en su pequeñísima iglesia, por lo que se dan las misas en la calle». Un nuevo templo costeado con el dinero de los feligreses y «con escasísima ayuda oficial», según reconocía el redactor. Así se expresaba González Pomata a la hora de ilustrar los efectos de los nuevos tiempos sobre la cultura local y sus tradiciones religiosas:
«VIEJAS COSTUMBRES QUE DESAPARECEN»
LA SANTA CUARESMA. - Durante la Cuaresma se escondían los instrumentos musicales, los naipes y otros juegos. La juventud se privaba de danzas y otros juegos. Muchos hombres se privaban de fumar. El Sábado Santo, al toque de Gloria, se soltaban pajaritos enjaulados, se disparaban armas de fuego, morteretes y se daban fuertes golpes con el picaporte. LA SALPASA. - El Miércoles Santo, después de misa, salía el señor cura acompañado por los monaguillos, llevando en la mano un pequeño crucifijo, y recorría las partidas rurales y casas del pueblo para bendecir los hogares. Todas las casas tenían dispuesta una mesa con un vaso de agua, un poco de sal, algún huevo o dinero y velas o lámparas de aceite encendidas. EL ROSARIO DE LA AURORA. - En las grandes festividades se rezaba el rosario por las calles del pueblo, cantando por las mismas antes de salir el sol. TORMENTAS. - En los días de tormenta se encendían las candelitas bendecidas el día de la Candelaria. Se hacía la señal de la cruz a cada relámpago, santiguándose toda la familia. ALZAR A DIOS. - Cuando la campana mayor anunciaba todos los días al pueblo que se estaba levantando a Dios en la misa, se suspendían los trabajos y se guardaba silencio. Los hombres se descubrían todos, golpeándose el pecho a cada campanada, se deseaban buenos y santos días. COSTUMBRES MARINERAS. - Los marineros siempre bendicen sus barcos antes de botarlos al mar, y también se bendecían las redes antes de echarlas al agua.» (Diario Información. Calp. Verano de 1975).