• Hay mentalidades que codician esos galardones porque creen que sirven como promoción para que en verano venga más gente. Otras voces incluso empresariales sostienen que no habría que hacer nada, no promocionar nada: que ya viene suficiente

DÉNIA. Bañistas en Punta Negra.

Dos reacciones tras conocerse esta semana el reparto de las banderas azules en la Marina Alta.

La primera, de un usuario que se alegraba de que por segundo año consecutivo l’Arenal de Xàbia no hubiera obtenido la preciada enseña: «Mejor. Así no vendrán tantos turistas», decía.

La segunda, de un diario de rango provincial que titulaba, «Estas son las mejores playas de la Marina Alta» para informar de aquellas que habían logrado el distintivo. 

Ninguna es cierta.

La primera: Es muy difícil que el hecho de que una playa no pueda izar la bandera ahuyente al turista porque la alta ocupación que ya empieza a preocupar a gran parte del empresariado no depende de eso: es una cuestión del destino y de modelo económico. En Xàbia ni siquiera cuando l'Arenal se cerró por vertidos (lo que sí fue grave) existió dato alguno que demostrara que la ocupación bajara.

La segunda: no es verdad que las mejores playas sean las que presumen de esa distinción. Eso denota un asombroso desconocimiento del territorio. Bien al contrario, existen calas que sin tenerla son magníficas. Y esa es su virtud y su condena: son tan bellas que se colapsan y los municipios han de luchar contra esa masificación.

En Dénia sucede con Les Rotes. Allí sólo ondea el ansiado estandarte en la Marineta Cassiana -la única de arena- pero no en las otras cuatro calas ubicadas más al sur. Y sin embargo algunas de ellas como El Trampolí, Punta Negra o Arenetes registran también una fenomenal presión humana. Tanta que desde hace ya años el ayuntamiento ha tenido que colocar una barrera antes de llegar a El Fresquito, para que no accedan más coches, y ha habilitado un trenet público y aparcamientos alternativos.

Más gente en una cala sin bandera que en otra con ella

XÀBIA. Barrera en el Portitxol.

Del mismo modo las calas de Xàbia han colocado barreras. Curiosamente la Granadella ostenta bandera azul y el Portitxol no, pero da igual: las dos se llenan. Según datos del consistorio, curiosamente el año pasado acudió incluso más gente al Portitxol (nada más y nada menos que 1.341 vehículos diarios y 746 personas a pie) que a la Granadella (1.020 coches y 449 visitantes).

En realidad hay mucha gente en muchas playas. Incluso en aquellas con graves dificultades de acceso como la cala Llebeig de Benitatxell o (más incluso) en las que se hallan cerradas desde hace 15 años por riesgo de desprendimientos como Ambolo en Xàbia: en agosto el diario Levante contaba cómo los turistas usaban un resquicio de la valla que clausura esta playa para colarse hasta la orilla. Y se organizan excursiones de kayak.

BENITATXELL. Cala de Llebeig.

Entonces, ¿para qué sirven las banderas azules?

El distintivo lo entrega Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (Adeac) y originariamente se trataba de eso: de suministrar una información al consumidor (al bañista) divulgando qué playas son excelentes en atención a una serie de criterios como la calidad del agua, la gestión ambiental, la seguridad y los servicios.

O sea que las banderas deberían servir como un indicador de la salud del medioambiente del litoral. Bravo. Buena idea.

Pero el problema es que ayuntamientos, rectores turísticos o empresariales y hasta medios de comunicación no se lo toman así: aún creen que el reparto de las banderas constituye una herramienta de promoción turística y que cuantas más nos otorguen mejor porque más gente vendrá. Y aguardan nerviosos este momento del año en que se conocen los galardones a ver cuántos suman su municipio como si se tratara de los Goya. O de los Oscar.

Es una mentalidad muy antigua.

Hay otros ayuntamientos y otros empresarios que sostienen por el contrario que de cara al verano y a la oferta de sol y playa no hace falta realizar promoción alguna. Que lo mejor es no hacer nada. Que ya viene suficiente gente con tasas de ocupación que ponen en peligro el equilibrio del territorio, la tan afamada sostenibilidad, e indignan a la población nativa,  cada vez más enfadada con este negociado (ver Canarias).

DÉNIA. Barrera al final de Les Rotes.

Esas mismas voces advierten de que en materia turística lo que hay que hacer es procurar que venga gente cuando no sea verano: desestacionalizar. Lo que casi que también está pasado de moda, porque ya ocurre: cada vez hay más turistas o segundos residentes todo el año debido al auge del turismo extranjero y al repunte del nacional desde la pandemia.

En esta tesitura, algunos gobiernos locales caen incluso en contradicciones sonrojantes: el año pasado el de Teulada sacó el champán cuando supo que l’Ampolla había recibido el codiciado galardón, pero como este verano se ha quedado sin él le han quitado hierro al asunto: que tampoco es tan grave, han dicho.

No lo es. Pero ni cuando te dan la bandera ni cuando te la quitan.

Las ‘otras playas’

Más allá de l’Arenal de Xàbia o de l’Ampolla de Teulada, hay playas en la Marina Alta que nunca reciben bandera azul. Ni importa. Ejemplos:

Dénia:

• El Trampolí
• Punta Negra
• Arenetes
• La Cala (playa nudista)

Xàbia:

• Portitxol
• Ambolo (oficialmente clausrada desde 2009)

Benitatxell

• Cala Llebeig

Calp

CALP. Bahía de Les Bassetes.

• Bahía Bassetes