Una historia sobre el forastero que todos somos, primera película del director de Pego Sergi Miralles
- El largometraje, que lleva en su ADN el espíritu y la forma de ser de municipios como el pegolino, se rueda en Algar de Palancia
- «En clave de comedia, hablamos de la xenofobia cotidiana que sufre no solo alguien que viene de Pakistán sino también el del pueblo de al lado»
ARTURO RUIZ
1. La tromba
Es lunes 3 de julio por la tarde y en pleno verano se vierte sobre Algar de Palancia (Camp de Morvedre, 482 habitantes) una tromba de agua bíblica, de las que hacen época, anega calles y plazas, suelta granizo. El equipo de l’Àvia i el Foraster (Aire de cinema y Alhena Production), ópera primera del director de Pego Sergi Miralles, aguanta el tipo ante el temporal «con una implicación que yo no he visto en otras muchas películas, porque somos piña, hacemos familia», asegura la productora ejecutiva y coguionista Mila Luengo.
No es extraño. Gran parte de ese equipo lleva trabajando muchos años con Miralles y con Luengo, desde los primeros tiempos: «El jefe de sonido nos conoce desde que teníamos 18 años, los eléctricos son los que trabajaron hace una década en nuestro primer corto en Dénia, Tagomago, hemos crecido juntos». Por eso, «todos fijan su máximo esfuerzo en la película de Sergi y Mila: estuvieron con nosotros en la época de los cortos, cuando las condiciones eran peores, ahora que son mejores cómo no contar con ellos».
Y es este el equipo que arrima el hombro para construir una historia que va sobre los forasteros, un término mítico de las películas del Oeste (una de William Wyler llevaba ese nombre) y que literalmente significa el que viene de fuera del lugar. Pero forastero es mucho más que extranjero: es más misterioso, más extraño, más peligroso. Puede ser cualquiera: alguien que viene de otro continente pero también del pueblo vecino. «Es curioso que el término foraster se siga utilizando tanto en nuestros pueblos para todo el que no nació aquí».
Y de eso, en gran parte, va esta película: «Sobre el forastero que todos hemos sido»
2. Una cena de Navidad
Es una cena durante unas Navidades antes de la pandemia. Ahí empieza todo. En la sobremesa, un familiar de Sergi Miralles con una tienda de ropa en un pueblo cuenta que la costurera no puede hacer unos arreglos por un problema personal aunque ya han hallado una solución: el dueño de una frutería pakistaní sabe coser y le han comprado una máquina de coser para afrontar la faena pendiente. Pero les advierte que no lo comenten demasiado. «Ya sabéis… por el que dirán».
¿Qué es lo que dirán?
Sergi y Mila se dieron cuenta de que ahí había una película…«Había que dejarla reposar». Llegó el confinamiento y un proceso de dos años de creación en la que decidieron también rendir un homenaje «a nuestras abuelas, una de las cuales había emigrado en París hacía muchos años, las dos eran costureras, lo mezclamos todo y nació la historia».
Y esta es la historia: Teresa (interpretada por Neus Agulló) es la modista de toda la vida de un pueblo de interior que todos los años se encarga de los trajes de fiestas. Este año recibe un encargo especial: Samir (Kandarp Mehta) el propietario de la frutería, le pide prestada su máquina de coser para hacerle el traje a su hija. Al principio Teresa tiene sus reparos, pero recuerda su pasado como emigrante en París y accede a trabajar con Samir aunque en secreto. Se harán amigos. Toda esta historia la cuenta Enric (Carles Francino), el nieto de Teresa, que vuelve desde Manchester a su pueblo para descubrir que en el lugar donde nació él es también un extraño.
Es la primera película de Sergi Miralles, quien se crió en el autocine más antiguo de España y que vio una y otra vez, en esa pantalla maravillosa junto a la playa de Pego, películas y más películas en sesión doble. Después de muchos años de trabajo como técnico y autor de cortos, ha podido poner en marcha este proyecto, «el más personal de todos los que hemos intentado».
3. Horas antes de un rodaje
Es martes 4 por la mañana, el día siguiente a la tromba en Algar. Asoma el sol en este julio loco y Sergi y Mila, antes de la siguiente sesión del rodaje, contestan a las preguntas del periodista:
–Son tres historias dentro de una misma película…
–Tres generaciones de forasteros: la abuela que marchó a Francia, el frutero que viene de Pakistán, el joven del pueblo que emigró a Manchester. Todo ello contado a través de la comedia dramática, que pensamos es el mejor género para hacer llegar esta crítica social, para que cale.
–¿La película va sobre microracismo?
–Va sobre la xenofobia cotidiana, que es el eufemismo que utilizamos para quitarle peso a una costa que tiene mucho, porque al final es racismo, es la xenofobia que practicamos con el pakistaní de la frutería al que mucha gente llama moro y ni siquiera es árabe. En la película hay un giro importante: Samir es católico (en Pakistán existe una importante comunidad de ese credo) con lo cual es mucho más parecido a nosotros.
Pero hay varias situaciones más que demuestran que ya no es solo forastero el extranjero de otro país, también el del pueblo de al lado y a més castellà, uno de los chistes de la película. Hablamos de xenofobia a todos los niveles y a través de varias generaciones: al tratar con el pakistaní, la abuela se da cuenta de que ella vivió lo mismo.
–La búsqueda de la identidad…
–[Mila]: Yo soy argentina emigrada a España y esa búsqueda de las raíces propias siempre me ha interesado mucho porque tengo la sensación de que siempre soy del lugar que nunca tengo que ser y que no tengo esa cosa de los amigos de toda la vida.
–Es una peli rodada en varios idiomas… ¿Cómo influyó eso a la hora de seleccionar a los actores y actrices?
–[Sergi]: Los idiomas los tratamos con la mayor naturalidad del mundo. La mayoría de personajes utilizan el valenciano porque la trama acaece en Alcalà de la Serra, que es un pueblo valenciano, pero cuando han de hablar con un personaje que naturalmente habla en castellano lo hacen en castellano. Enric habla con su pareja de Manchester en inglés y el pakistaní con su hija en urdu. Todo fluye sin falsedades. Nuestra protagonista, la abuela, habla en castellano con el frutero pero es un mal castellano que mezcla con palabras en valenciano y eso está buscado con toda la intención. Es una película en valenciano porque creemos en el cine en valenciano, pero no hay imposiciones.
[Mila]: Carles Francino es catalán, pero como en la película hace de valenciano ha tenido que trabajar el acento. Y lo mismo Isabel Rocatti (Rosa en la cinta), que lleva mucho tiempo en Catalunya. Neus Agulló y el 90% restante de actores son valencianos, hemos trabajado durante muchos años con ellos y cuando escribíamos el guion ya teníamos en mente a esos actores, les poníamos su cara a los personajes. Y es un sueño que al final casi todos hayan podido participar en el proyecto. Un regalo.
–Estáis rodando en Algar de Palancia, pero esta historia es Pego…
–[Mila]: El padre de Sergi [Carles Miralles, fundador de Aire de Cinema] todavía está enfadado porque no estamos rodando en Pego [Risas]. El problema es que Pego está muy lejos de València, que es donde viven los técnicos, y constituía un gasto muy grande trasladar a todo el mundo a una zona de la Marina para rodar. Pero lugares como Pego están en la cotidianidad, toda la gente que ha vivido en un pueblo y se ha leído el guión reconoce perfectamente a los personajes: la típica mujer que no sabes si odiarla o estimarla porque es una cotilla, la abuela que te pregunta todos los días lo mismo o te dice, se te pasa el arroz…
[Sergi]: …O que hagas un comentario y a los diez minutos lo sepa todo el pueblo como si tuvieran un WhatsApp gigante… [Risas] El hecho de que yo haya crecido en Pego está en la película, son personajes que yo he visto en la calle toda mi vida. Pego impregna el carácter, el espíritu de la historia.
–¿Qué ha supuesto rodar en Algar de Palancia, una población de menos de 500 habitantes?
–[Sergi]:Una maravilla. Algar es un sueño. Ayudó mucho que viniéramos muy poco a poco, hace un año, y cuando en enero establecimos los primeros contactos serios la gente ya sabíamos quienes éramos y la acogida del pueblo ha sido maravillosa. Buscábamos un lugar con una plaza, un bar, una tienda, un árbol y al entrar desde la carretera de València vimos que Algar tenía todo esto y nos enamoramos. El pueblo se ha convertido en un gran plató, la gente nos ha dado todas las facilidades del mundo y su estima, hemos sentido mucha estima
[Mila]: Una mujer me preguntó, cuándo os vais, y creí que era porque ya estaban hartos de nosotros y no, tenía pena de que marcháramos, no sé que haremos cuando os vayáis. Hicimos un casting para que la gente del pueblo saliera también en la película y a raíz de todo esto queremos hacer un documental sobre cómo influyen los rodajes cuando van a los pueblos y los vínculos que se establecen entre la gente que vive aquí y los equipos.
–Eso no es tan habitual…
–[Mila]: No. Hemos trabajado en otras producciones y no es lo mismo, llegabas con el catering, las caravanas, los camiones, y te marchabas sin tratar con nadie: queríamos lo contrario, involucrarnos en el pueblo, oír sus historias y que eso nos ayudara a llevar adelante el guión.
Por ejemplo, queríamos saber la historia real de la propietaria de la mercería, le preguntamos a su nieto sus apellidos, Molina Gascó, y los pusimos en el rótulo de la tienda para el rodaje: era un homenaje a una persona que había sido muy estimada en el pueblo y ahora todo el mundo quiere que el rótulo se quede ahí para siempre. El otro día vino su hija y al ver los apellidos de su madre en el cartel se emocionó, y a mí eso me llena… Hacemos películas por el resultado pero el proceso también cuenta y yo creo que al final ese mimo, esa estima, se verá en la pantalla.
4. Un bando con pasodoble
Es miércoles de rodaje. O jueves. O viernes. Da igual. A cualquier hora de cualquier día, en Algar de Palancia se leen bandos para informar al vecindario de cada acontecimiento notable. Como se ha hecho durante generaciones. «Como si todo el pueblo fuera una gigantesca película de Berlanga», dice Mila.
En Algar los bandos son especiales: suena un pasodoble fallero antes de que una potente voz informe del acontecimiento. Ha habido muchos bandos durante la película, claro: por ejemplo para divulgar en qué calles no se podía aparcar por el rodaje. El sistema es eficaz: «El otro día había un coche mal aparcado y pensamos, esto va a ser larguísimo, habrá que llamar a la grúa, tardará horas… Y alguien del pueblo nos dijo, qué va, lo anunciaremos con el bando y se resolverá el problema en seguida. Y así fue: el dueño del coche llegó en seguida, corriendo…»
5: El último bando: gracias
Es jueves 6 de julio. Último día de rodaje en Algar. Último bando sobre la película en el pueblo. Dice así:
«Se informa que hoy termina el rodaje de la película: desde la productora dan las gracias a los vecinos por la implicación y por el cariño recibido del pueblo de Algar de Palancia. ¡¡¡¡Un pueblo de cine!!!».
Puro Berlanga. Del mejor.
Pura estima por el cine.
En Mallorca, a la que tanto nos une, » sa puta foraster» es más que un modismo. Brindo por afrontar tan creativamente. Salut i anim
«En clave de comedia, hablamos de la xenofobia cotidiana que sufre no solo alguien que viene de Pakistán sino también el del pueblo de al lado»
Buen tema,totalmente cierto, tiene buena pinta la pelicula.