Problemas mentales igual a discriminación
OPINIÓN
JULIO MONFORT
Dos recientes estudios difundidos por la Confederación Nacional de Salud Mental han dejado en evidencia la enorme discriminación que siguen sufriendo las personas diagnosticadas con problemas mentales. El primero indica que el 68% de pacientes vinculados a movimientos asociativos percibe o ha percibido rechazo social y discriminación, sobre todo laboral. Ya se sabe que una cosa es la percepción y otra lo que realmente ocurre. Pero en este caso, es muy probable que ambas coincidan si consideramos que las propias instituciones y el Sistema de Salud Mental vulneran con la actual legislación algunos derechos fundamentales. Los tratamientos farmacológicos forzosos, sin capacidad de elección, los ingresos involuntarios en psiquiátricos y por supuesto la violencia de las inmovilizaciones con correas, son prácticas degradantes que se podrían evitar con otro tipo de terapias, que implicarían obviamente una mayor inversión pública y un cambio de perspectiva de muchos profesionales. Por otro lado, las campañas de sensibilización social que combatan esa discriminación y ese rechazo social son prácticamente nulas. Tampoco los medios de comunicación ayudan demasiado. Más bien al contrario. Noticias sensacionalistas y poco rigurosas en algunos casos –“parece ser, según nos han dicho, que sufría una enfermedad mental”- contribuyen al falso estigma que relaciona problemas mentales con actitudes violentas, cuando en realidad es más bien al contrario. Son las personas afectadas quienes sufren más agresiones y humillaciones. Con este panorama, resulta comprensible, aunque no admisible, la animadversión ciudadana hacia unos pacientes que sufren dos patologías graves: a los síntomas de la propia enfermedad se suman los del rechazo social.
El segundo estudio, de relevante actualidad en estos días, se refiere a los trastornos mentales que de forma singular afectan a la ciudadanía incluida en el colectivo LGTBI, que según el CIS supone en nuestro país el 10% de la población mayor de 18 años. Según esa encuesta, los intentos de suicidio y las autolesiones duplican la media general y el 55% asegura haber padecido cuadros depresivos. Según Salud Mental España, este colectivo sigue sufriendo los efectos del odio de una parte de la sociedad en forma de discriminación, de violencia física y verbal, de rechazo y de abusos sexuales, y eso pese a que la legislación penaliza los delitos de odio y que tanto las instituciones como las asociaciones civiles desarrollan desde hace años intensas campañas sobre los derechos relativos a libertades de orientación e identidad sexual. Habría que considerar, por otro lado, si la discriminación, el odio y los abusos son los únicos factores que generan en este caso un aumento notable de problemas psicológicos. En este sentido cabe recordar que la denominada Ley Trans no solo generó discrepancias desde sectores feministas. También lo hizo entre el sector de profesionales especialistas. Algunos auguraban situaciones de incertidumbre y confusión en la infancia y la adolescencia. Un tema en cualquier caso tan sensible como preocupante y tristemente de actualidad y efervescencia política a falta de tres semanas para elecciones generales.