El turismo no abandona a la Vall d'Ebo pese al incendio
- En los días posteriores a apagarse el trágico siniestro forestal que comenzó el 13 de agosto, enclaves como la Cova del Rull han vuelto a recibir visitantes
"Sí tengo miedo de que los turistas no vengan. Les pido que no nos dejen". La alcaldesa de la Vall d'Ebo, Leonor Jiménez, rogaba hace unos días en una entrevista realizada por este periódico que nadie se abstenga de seguir visitando su municipio tras el incendio que arrasó la desde la noche del sábado 13 hasta la cuarta parte de su término municipal asolando parte del paraíso natural de esta población enclavada en pleno pulmón verde de la Marina Alta. También le imploraba lo mismo en las imágenes de un vídeo en el que aparecía junto al president de la Generalitat, Ximo Puig, que se hizo viral.
Efectivamente, la Vall d'Ebo, como el resto de les Valls de la Marina también castigadas por el fatídico incendio, había encontrado en el turismo rural y de actividades de montaña un medio de dinamización económica que puede frenar la tendencia a la despoblación que viene sufriendo toda esta zona. Por ello, el temor a que el daño causado por el fuego retraiga al turismo, o una parte de él, de seguir visitando la población aparece ahora como un fantasma. Ahora bien, aun con parte del término quemada, la Vall d'Ebo sigue siendo un paraíso natural. Algunos de sus principales reclamos, de hecho, se han salvado de las llamas. Empezando por el propio casco urbano y su periferia; siguiendo por el Barranc de l'Infern, catedral valenciana del senderismo, que sólo se ha visto parcialmente afectado; o continuando por la Cova del Rull. Eso sin contar otros valores de indudable atractivo turístico que el municipio conserva intactos, como su rica gastronomía o el carácter afable de sus gentes.
Y aquí es donde se está comprobando que, al menos por el momento, el turismo no ha abandonado a la Vall d'Ebo. Este periódico visitó el municipio el pasado lunes 22, y a las puertas de la Cova del Rull había personas esperando a entrar. Hacía solo tres días que la gruta había reabierto sus puertas. El fuego, afortunadamente, no llegó hasta allí.
Está claro que es pronto aún para calibrar los efectos de la catástrofe forestal en el turismo de la zona, que cada vez es más sustento de sus habitantes. Y parece lógico pensar que pueda resentirse, pero también parece haber indicadores que permiten ir ahuyentando el fantasma y certifican que la Vall d'Ebo puede seguir atrayendo turismo. Encanto y valores naturales le sobran, pese a todo.
¿Las familias afectadas han podido volver a sus casas? O mejor que no vuelvan para que no molesten a los turistas?