Mafia Salud S.A., capítulo 2: La asamblea fundacional
MAFIA SALUD S.A.
Francisco Sánchez García
Todos los personajes, las situaciones y los hechos que se relatan a continuación son producto de la imaginación. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Leer Capítulo 1: La Diapositiva
CAPITULO 2
LA ASAMBLEA FUNDACIONAL
Dos meses antes.
El salón de actos de la Casa de la Cultura estaba abarrotado. El aforo de 300 personas no era suficiente para dar cabida a la expectación resultante de la convocatoria, por lo que muchas personas tuvieron que quedarse de pie en los pasillos y al final de la sala. Hacía menos de dos años desde que Mafia Salud S.A. se había hecho cargo de la gestión de la sanidad pública de la comarca, y lo que al principio se había ido tolerando con la excusa de que ‘los inicios siempre son difíciles’, iba tomando carta de naturaleza, algo que algunos sectores no estaban dispuestos a tolerar.
Los primeros afectados fueron los propios profesionales de la sanidad, quienes de pronto se encontraron con un nuevo paradigma totalmente ajeno a la forma de trabajar que habían conocido hasta la fecha. De la noche a la mañana la ‘ciencia’ pasaba a un segundo plano, y la ‘gestión’ ocupaba un lugar preponderante e indiscutible. La ‘gestión’ significaba que siempre faltaban recursos imprescindibles. Faltaban celadores, personal de enfermería, médicos. Faltaba material sanitario y medicamentos. Había, eso sí, un ejército de burócratas que lo apuntaban todo en el supermegaprograma informático, y que apuntalaban el ejército de jefecillos, jefes y directivos.
Los primeros meses habían sido tan caóticos que, en un par de ocasiones, tuvo que acudir la Guardia Civil para mantener el orden en el servicio de urgencias. Pero, pasados los momentos de crisis, todo volvía a la inverosímil ‘normalidad’. Y así semana tras semana, mes tras mes, queja tras queja, reunión tras reunión, la mayoría de los profesionales empezaron a llegar a la conclusión de que aquella quimera había venido para quedarse, y que la única solución era hacer aquello que sabían hacer: medicarse. Algunos empezaron por una pastillita para dormir, otros por un relajante muscular, los más audaces empezaron por un ansiolítico, y otros se tiraron de cabeza a los antidepresivos. ¿Qué se le va a hacer? Es lo que tienen las drogas legales, no causan demasiados problemas. Pero uno se lo fue contando a otro, y este otro a un tercero, y en poco tiempo casi todos fueron conscientes de que no se trataba de un problema individual, sino de toda una plantilla de profesionales a los que les habían removido la tierra bajo los pies. Entonces alguien tuvo una brillante idea. ‘¡Tenemos que hacer algo!, ¡Tenemos que organizarnos!’. ‘¿Si, pero qué? Contestaron los compañeros’. Se miraron unos a otros ofuscados, no estaban acostumbrados a salir de su zona de confort. ‘Ya está, dijo alguien, llamemos a los sindicatos, ellos sabrán lo que hay que hacer’.
Y de esta manera tan simple empezó todo. Llamaron a los sindicatos, quienes no tuvieron más remedio que hacer algo. Los sindicatos se reunieron y dedicaron sesudos esfuerzos a entender la situación, llegando a la conclusión de que poco se podía hacer. Así que decidieron hacer aquello que mejor sabían hacer: convocar una asamblea y que la gente decidiera democráticamente.
Lo que no se esperaban es que la convocatoria tuviera tanto éxito porque claro, por un lado no eran demasiado conscientes del profundo malestar que había entre los profesionales, y por otro tampoco eran conscientes de que estaban generando una gran expectativa que lamentablemente acabarían defraudando.
Así pues, y presidiendo la larga mesa sobre el estrado, estaba el representante del sindicato médico DWE (Doctors, What Else?). A su derecha se sentaba la delegada del sindicato de enfermería NUWDT (Nurses United We Deserve Too), y al lado de ella el siempre abstraído delegado del CSYS (Civil Servants Yellow Syndicate). Al otro lado de la larga mesa, a la izquierda se sentaban, por este orden, los representantes de los sindicatos de clase, los potentes AWU (AllWorkersUnited) y DP (Defeatist Panel), y a su lado el pequeño pero correoso Intertrade.
El delegado de DWE empezó haciendo un resumen de la situación, resumen que nadie entendió y que hizo que más de uno se planteara si se había equivocado de sala. Afortunadamente la delegada de las enfermeras bajó a la realidad y empezó a llamar a las cosas por su nombre. Algún suspiro de alivio se oyó por la sala, confirmando que sí, efectivamente estaban hablando del hospital. Pero tampoco apuntó ninguna idea ocurrente o novedosa que pudiera suponer una solución. Entonces algún representante de los sindicatos de clase dijo ‘¡Lo que hay que hacer es una Plataforma!’. Ehhh??? Qué???? What???? Mmmmm…Entre el público se cruzaron miradas de duda. Aparentemente la mayoría de los asistentes desconocían qué era una Plataforma, y mucho menos cómo podía ayudar eso a solucionar sus problemas. Pero nadie tuvo las agallas de levantar la mano para preguntar. Y así, al poco tiempo, un pequeño grupúsculo de las primeras filas empezó a aplaudir y a gritar ‘¡Siii, bien, siii, eso es lo que hay que hacer!’ y al momento la sala entera se puso en pie a una y aplaudió a rabiar porque pensaban que, dentro de lo malo, al menos alguien había dado con la solución, y que ya con el tiempo se irían enterando de que era eso de la Plataforma.
Como el ambiente estaba ya animado y distendido, muchas personas empezaron a levantar la mano y a contar sus casos particulares, sus odiseas en el hospital, sus peculiares singladuras navegando el sistema sanitario público y público-privado, sus epopeyas con el supermegaprograma informático, y toda una serie de anécdotas que, entre otras cosas, sirvió para darse cuenta de que el público no estaba formado solamente por profesionales, sino que había también muchos clientes-pacientes agraviados que pedían resarcimiento de sus penalidades. En definitiva, una amalgama de sinsabores variados de difícil armonización, con plataforma o sin ella.
Para finalizar la asamblea se pidió que todo el que quisiera anotara en un papel su teléfono y correo electrónico para poder estar en contacto, y muchas gracias por vuestra asistencia compañeros y compañeras.
Al día siguiente de la asamblea fundacional de la Plataforma, Handsome Little DRI (Director de Represiones Internas) de Mafia Salud sabía perfectamente quién había asistido a la asamblea, quién había dicho qué, en qué disposición se habían colocado las sillas, y, en definitiva, todo lujo de detalles sobre la misma. No en vano algunos sindicatos jugaban un papel fundamental en la lubricación de los engranajes internos de la organización. Handsome Little, un halcón de la empresa privada con una larga trayectoria en represiones internas en diferentes organizaciones sabía perfectamente lo que tenía que hacer. No solamente no estaba inquieto en absoluto ante la perspectiva de que se formara una Plataforma, sino que casi se regodeaba imaginando cómo iba a acabar con ella con un golpe maestro antes incluso de que naciera.
La sala se encontraba en la planta noble del edificio de la organización. La luz entraba a raudales por la pared acristalada desde se podía apreciar un paisaje realmente bello de la comarca. A los cultivos típicamente mediterráneos se superponía, en la lejanía, una cadena montañosa que en los días soleados, la inmensa mayoría, adquiría un precioso tono azulado. La sala sería el equivalente al salón del trono en un castillo medieval. El lugar donde los vasallos rinden pleitesía al señor feudal. Handsome Little había citado allí, de forma verbal y sin dar ninguna pista sobre el contenido de la reunión, a todos los delegados de los sindicatos. A todos menos a uno. Citar al refractario Intertrade habría sido, con toda seguridad, contraproducente, así que Handsome Little, con su abultada experiencia, pensó que sería mejor dejarlo fuera del juego desde el principio y dejar que muriera por inanición y aislamiento social.
Mientras se dirigía a la sala vio a Lazy N. One, uno de los enchufados de la empresa, pero no cualquier enchufadillo, sino un enchufado con mayúscula, y con pedigrí familiar en el PCD, tumbado en el sofá del amplio hall del hospital. Eran las 10 de la mañana y el Director de Represiones Internas no pudo evitar una ligera sensación de repugnancia.
Una vez estuvieron todos congregados Handsome Little no se anduvo por las ramas.
-¿Pero qué cojones os habéis creído?!!!! ¿En qué estabais pensando cuando convocasteis a una asamblea? ¿Estáis subnormales o qué? ¿Os pensáis que la organización va a tolerar este rollito asambleario? Porque si pensáis eso estáis muy equivocados ¿Eh?
En ese momento pegó un puñetazo encima de la mesa, momento que aprovechó para observar rápidamente las caras de los sindicalistas y apreciar el efecto de su puesta en escena. Sonrió por dentro al ver que no se había equivocado ni un ápice en su apreciación. Las facciones de los asistentes iban de la sorpresa a la incredulidad pasando por el miedo cerval. Alargó el silencio unos segundos más para incrementar el efecto dramático y a continuación siguió con su performance.
-¡Esto se ha acabado pero ya!, ¡no quiero volver a oír hablar de ninguna puta plataforma! ¿Está claro? Aquí no se viene a hacer política, aquí se viene a trabajar. Y además, o se está con la organización o se está contra ella. Eso que no se os olvide. Si me entero que alguno de vosotros, del coño de sindicato que sea, ha ido a alguna reunión de la mierda esa de plataforma se acabaron las liberaciones para todos. ¿Está claro? Además quiero que os encarguéis vosotros directamente de no haya ninguna reunión. Se acabó. Finito. De lo contrario se acaba el buenrollismo sindical con la organización. No solo las liberaciones sino todos los favorcillos que siempre estáis pidiéndome. Se acaban los cambios de servicio para vuestros afiliados, se acaban lo contratos buenos para vuestros amigos. A tomar por culo todo. ¿Lo entendéis, verdad? ¿He hablado con suficiente claridad? Pues a ver ahora que me decís vosotros. Me voy cinco minutos de la sala. Cuando vuelva quiero una respuesta concreta.
En el momento en que Handsome Little salió de la sala se armó un revuelo inenarrable. Bien es cierto que el estilo que había utilizado el Director de Represiones Internas no era, para nada, al que estaban acostumbrados. Él era un ejemplo de cortesía, amabilidad y buenos modales. No solía alzar la voz. No hacía afirmaciones rotundas. Y ahora ese chorreo, esa bronca para los anales de la historia. Algo muy malo debían de haber hecho sin ser conscientes. Rápidamente, pues solo contaban con cinco minutos, los delegados de cada sindicato se reunieron entre ellos para debatir democráticamente cual sería su respuesta. Más o menos las reuniones fueron así:
DWE: ‘grrrrmmmmthsthsthsthsdwe,dwe,dew,ok,ok,mmm,yesyes,dri,puffff,mamamia,uf,uf,uf,ok,ok.
NUWDT:
‘ufufufufuffufufnononosisisisidri,mamamia,uf,quitaquita,plataforma,quita,no,no,nuwdt,nuwdt,nuwdt, sisisi,ok,ok.
CSYS:
‘OK’.
AWU:
‘GRRRR,GRRRRR,GRRRRRR,plataforma,sisisisi,mmmmmmmawu,awu,mmmmmm,sisisi,????????megde,
nonono,dri,ufffffff,ufffffff,ҖҗѽꙬꙭꙪꙬ,ok,ok,megde. Ufffffff.
DP:
‘Elcuadrantedelcosenoesunafuncióndecrecientelasfuncionescircularesotrigonométrica
sonlasfuncionesasociadasalasrazonestrigonométricaslasmasimportnatessonlafuncionsenocosenoytangente. Por lo tanto OK.
Mientras tanto Handsome Little se fue al aseo, se lavó las manos y se miró al espejo con afección indisimulada. Se atusó la melena y se recolocó las gafas de marca. Volvió al salón del trono con otro aire, mucho más calmado y sonriente. La viva imagen de la concertación y el buenrollismo sindical.
¿Bueno, que tenéis que decirme? – Dijo el Director de Represiones Internas con su habitual tono melifluo.
El representante de DWE empezó a hablar.
– Nuestro sindicato no hace política ni ideología. Nuestro sindicato está aquí para defender los derechos de los facultativos. Esa es nuestra única misión y a eso nos hemos dedicado siempre, nos dedicamos y dedicaremos todos nuestros esfuerzos en el futuro.
A continuación la representante de NUWDT tomó la palabra.
–Nosotras somos un sindicato profesional solo queremos que nuestra profesión siga avanzando y ser buenas profesionales y ser profesionales significa no meterse en política ni en ideología y eso es lo que vamos a hacer ser profesionales. Ufff!
El delegado del CSYS fue tan escueto como siempre, dijo ‘Totalmente de acuerdo’.
La sonrisa de Handsome Little se iba extendiendo ya casi sin disimulo, pero tuvo el pundonor profesional de esperar las respuestas del resto de los sindicatos, aquellos, lo sabía muy bien, de donde había surgido la idea de la Plataforma.
Por último tomaron la palabra los sindicatos de clase. Los pesos pesados del sindicalismo español. Como siempre, tenían una difícil papeleta que resolver, ya que habían sido los que habían tenido la idea de constituir una plataforma, pero también los que habían renunciado a ella a la primera de cambio ante los poderes fácticos.
El delegado de AWU carraspeó.
– Estamos en un estado democrático, social y de derecho donde la participación social es importante, como también lo es la paz social y la concertación, por eso abogamos por una responsabilidad ética y civil, una colaboración con la organización y una canalización adecuada a la hora de hacer planteamientos de mejora en las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras y una viabilidad importante en el proyecto de la organización como gestora de servicios públicos.
¿Entonces? –preguntó el Director de Represiones Internas no resistiendo el placer de que la renuncia fuera totalmente explícita.
El delegado de la AWU continuó con su habitual estilo sinuoso.
– Creo que está bastante claro, apostamos por una canalización de conflictos a través de los mecanismos de la organización.
Handsome Little tuvo que conformarse con eso.
Por último tomó la palabra el representante de DP quien empezó diciendo ‘El cuadrante del coseno es una función ….‘ su compañero de sindicato le dio un codazo y el que estaba hablando paró en seco.
– Ah sí, estamos totalmente de acuerdo con los planteamientos de nuestros compañeros de AWU, de hecho ni nosotros mismos lo hubiéramos explicado mejor.
-- Señores, señoras, un placer (y era verdad, probablemente fue lo más honesto que había dicho en varias décadas) poder entenderse con unos agentes sociales tan responsables y comprensivos. Dijo el Director de Represiones Internas a modo de despedida.
Salió al hall y vio de nuevo a Lazy N. One. La reunión había durado 40 minutos y el tipo seguía durmiendo a media mañana en el sofá de la entrada. ¡Qué vergüenza! ¡Y qué putada no poder tratarlo como a estos pardillos de los sindicatos!