La educación no es un negocio
INMA CAMPOS
Comienza de nuevo el curso escolar. Es el quinto desde que empezaron los recortes en educación pública en la Comunidad Valenciana. En estos cinco años se han ido dejando por el camino muchos avances que se habían conseguido, muchos derechos merecidos y mucha gente cuya vocación era la enseñanza.
A pesar de todas las manifestaciones, huelgas, concentraciones, artículos en prensa y esfuerzos de todos por luchar, la Conselleria ha hecho oídos sordos a todo y ha seguido exprimiendo el sistema de Educación Pública hasta dejarlo en el estado en que se encuentra. Este gobierno aprovechó la crisis para hacer una reforma ideológica en la educación. Sólo de esa manera se puede explicar la subida de tasas en la Universidad, el desmantelamiento del sistema de becas, la reducción de ayudas de transporte o comedor, los intentos de privatización o las subvenciones a centros que segregan a los alumnos por sexos. Porque de esta manera sólo podrán estudiar los que tengan dinero.
Mientras nuestros políticos no hayan pisado nunca las aulas como docentes – no creo que impartir una asignatura en la Universidad desde 1974 a 1978, como hizo el Ministro Wert, sea significativo – nunca podrán entender lo que es la Educación Pública.
La educación no se puede medir con la cartera. No es un negocio ni una empresa que haya que exprimir para sacar beneficios. La educación es una inversión a largo plazo. Nunca se pueden ver los resultados de un día para otro. Nosotros no trabajamos con productos que se hacen en cadena en los que un operario controla que haya un buen ensamblaje. Nosotros trabajamos con personas, con adolescentes, con niños que tienen un corazón que late. Nuestros alumnos tienen, cada uno de ellos, una historia diferente, bagajes, pasados, familias, miedos, carencias, alegrías y tristezas diferentes. Y cada uno de ellos merece ser escuchado como uno solo que es y merece ser atendido con toda la dedicación que sea posible. Y eso es lo que hacemos cada día los maestros y profesores, a pesar de todas las trabas que nos ponen. Pero lo hacemos los que, en esta ruleta de la suerte, seguimos trabajando. Porque desde el año 2009 hasta el comienzo del curso pasado se destruyeron 4.145 plazas de maestros, profesores de Secundaria y FP, Artes Escénicas, Música y Escuelas de Idiomas, sólo en la Comunidad Valenciana. La Conselleria argumenta que nos estamos recuperando porque al inicio de este curso ha sacado 684 plazas más. De lo que no hablan es de que 1.395 plazas del total son de empleo precario: a tiempo parcial, itinerantes, es decir, compartiendo dos centros, y afectadas, en las que el titular se puede incorporar en cualquier momento.
Los que hacen las leyes y toman estas medidas no tienen ni idea de lo que es enseñar y educar en las condiciones en las que nosotros lo hacemos. Ellos, detrás de sus mesas, solamente se dedican a hacer números y a decir qué es o no es rentable. Y a hablar de lo que no saben, como cuando el Ministro Wert dijo que “cuantos más alumnos haya por aula mejor se socializan”.
Con la cantidad de docentes que se han quedado en el paro, con la cantidad que han sido suprimidos o desplazados, con los alumnos amontonados en las aulas, con las carencias de las aulas prefabricadas, con la falta de ayudas para libros o transporte, con los semestres que se deben a la mayoría de los centros, con el abandono en el que han dejado a los alumnos con Necesidades Educativas Especiales, clama al cielo que a la Consellera, María José Catalá, le parezca lo más importante de este inicio de curso que 90.000 alumnos de Segundo Ciclo de Educación Infantil comiencen a recibir una educación plurilingüe para mejorar sus destrezas orales. No importa que no puedan comprar material o que no puedan ser bien atendidos, que no tengan cubiertas las necesidades básicas o que tengan dificultades para comer, porque al menos sabrán inglés… no les pase como a Ana Botella, toda una Alcaldesa, que no es capaz de entender una pregunta que le hace un periodista en inglés… Paradojas de esta vida.