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Periodismo, pase lo que pase
Publicado: lunes, 22 julio, 2013

Este no es lugar para los mendigos

  • El alcalde de Calp, número tres de Fabra en el PP, prohíbe la mendicidad "sobre todo en zonas turísticas" y advierte de que a quienes piden limosna se les separará de sus animales
  • También se prohíbe limpiar los parabrisas de los automóviles. Los útiles serán confiscados y el "infractor" sólo podrá recuperarlos si presenta la factura de su compra. Todos los gastos correrán a cargo del pobre
  • Quienes realizan esa práctica se enfrentan a una acusación ante el juez como presuntos autores de un "ilícito penal de desobediencia"

El doble rasero es evidente. El mismo Ayuntamiento, el de Calp, que se ufana en proclamar a los cuatro vientos un plan de empleo para 96 personas, advierte de que aquellos ciudadanos en paro que no puedan lograr ese puesto de trabajo y que no dispongan de otros ingresos extraordinarios a lo mejor deben abandonar el municipio. No es una simple impresión. El Consistorio, gestionado por el popular César Sánchez -el número tres de Fabra en el PP-, lo ha puesto por escrito.

Lo ha hecho en una ordenanza en la que prohíbe la mendicidad "en los espacios públicos" así como la utilización de animales para su ejercicio. También otras formas de ganarse la vida como "limpiar los parabrisas de los automóviles detenidos en los semáforos o en la vía pública" o "ejercer la actividad de aparcacoches, conocidos vulgarmente como gorrillas". Así con entrecomillado y todo.

En el nuevo reglamento impulsado por el gabinete de Sánchez hay algunas cosas curiosas. Por ejemplo, la moción que fue elevada al pleno alerta de que si se toman estas medidas es porque "en los últimos tiempos y a causa de la crisis se viene observando un incremento de la actividad de la mendicidad que se ha extendido a calles céntricas, grandes avenidas y sobre todo a las calles de influencia del turismo". Este "sobre todo" evidencia muchas cosas: los turistas no deben ver ningún rastro de pobreza en Calp. Aunque la haya. Más doble rasero.

Otras dos perlas más. Una: esta prohibición de la mendicidad no cuenta con una ordenanza propia -a lo mejor es que no es demasiado importante- sino que está incluida en la ordenanza de basura y limpieza de la vía pública. Sobran comentarios.

Y dos: si algún mendigo (algún pobre, algún desempleado) tiene la osadía de intentar ganarse algunos céntimos molestando a los automovilistas (turistas o no) limpiándole los parabrisas, las autoridades podrán confiscarle todos los utensilios que empleen para esa práctica, que quedarán depositados en las oficinas de la Policía Local. El "infractor" (o sea, el pobre, el mendigo) podrá recuperar esos útiles pero siempre que acredite que son suyos a través de las "facturas o documentos oportunos". Vuelven a sobrar los comentarios. Además, el "infractor" deberá correr con todos los gastos al respecto. No se sabe muy bien cuáles.

Una novela para Dickens

Por supuesto, y para que el asunto no sea tan duro, la ordenanza asegura que a las personas que practiquen la mendicidad se les indicará aquellos lugares a los que pueden ir -ya sean públicos o privados- para encontrar apoyo en tan duro trance. Pero a continuación, y recuperando su tono punitivo, añade que "si persisten en su actitud y no abandonan el lugar" donde estuvieran practicando la mendicidad "podrán ser denunciados a la autoridad judicial como presuntos autores de un ilícito penal de desobediencia".

Como si de una novela de Charles Dickens en el Londres victoriano se tratara, la ordenanza también alerta de que los mendigos serán separados de sus animales, que serán ingresados en la perrera municipal. Por supuesto también en este caso los gastos correrán a cargo del infractor. Finalmente, aquellas actividades musicales, artísticas y de animación en la calle sólo se podrán ejercer con autoridad municipal.

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